miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Seguro?

- Cuando estás nervioso tienes la mente dispersa, con pensamientos que vienen y van, pero también la tienes atrapada, entre tus arraigadas preocupaciones. Esto hace que se limite tu interacción con el mundo, que no aprecies todos los matices ni todas las texturas, que no disfrutes plenamente de lo que te rodea. – dijo Sara mientras se llevaba la mano a la nuca.

- Sí, pero no creo que eso pase únicamente por estar nervioso, hay gente a la que simplemente le cuesta prestar atención. – afirmó Olga mientras su cara indicaba pregunta.
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- ¿Qué efecto puede tener el cambio climático sobre esta planta? – dijo Ester mientras observaba aquella pequeña planta que nacía de la roca.

- Yo creo que ninguno, si esta planta puede vivir en una roca seguro que aguanta lo que le echen. – dijo Inés sonriendo.

Sara escuchaba la conversación sin manifestarse al respecto, mientras; pensaba que seguramente la planta se extinguiría porque tenía una distribución muy limitada y, entonces, la zona sería recolonizada por especies más tolerantes, y en el caso de que no se extinguiera, sufriría cambios y éstos ejercerían influencias directas e indirectas en casi todos los sectores ya que las plantas son los productores primarios.
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- ¿Eres de las Batuecas? – preguntó Olga a aquella chica morena de ojos negros.

- Sí, ¿tú también? – contestó Ester sorprendida.

- Yo iba allí cada verano. – dijo Olga sonriendo.

- Que casualidad... y que curioso que no hayamos coincidido nunca allí y que nos hayamos conocido aquí, ¿no crees? – dijo Ester.

- ¡Pues sí, la verdad, es muy curioso! – dijo Olga que seguía sonriendo.

- ¿Ibas en agosto? – preguntó Ester.

- Sí, cada agosto. – contestó Olga emocionada.

- Pues por eso no coincidíamos, yo en agosto me iba con mis padres de vacaciones, pero seguro que tenemos amigos en común. – dijo Ester.

- Yo iba con mis primos, y a parte conozco a una chica que se llama Sara. – dijo Olga mientras seguía pensando si conocía a alguien más.

- Una chica bajita, morena, con el pelo largo y liso. – describió Ester.

- Sí, que habla mucho y es muy simpática. – dijo Olga.

-¿Habla mucho? No, no habla nada y bueno... es un poco sosa, yo nunca sé que decirle. – dijo Ester extrañada.

- Entonces no debe ser la misma Sara. – afirmó Olga convencida.

- No, seguro que no. – afirmó Ester también convencida.

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